lunes, 3 de agosto de 2009

Una pausa en la pausa.

Me asomo a una barandilla, a un lado el mar tranquilo y translúcido, al otro una mesa. Sobre el muro una piedra no muy grande, redonda y plana resta en pausa. La miro y le sonrío...porque es roja y tiene un tramado de líneas blancas, líneas que se cruzan por toda su piel...sonrío otra vez...me resulta familiar, y si ella hubiera sido una persona seguramente yo la habría saludado, preguntándole un "¿nos conocemos?", aún corriendo el riesgo de equivocarme de piedra. Sonrío porqué al mirarla me ha transportado al lugar donde la vi por primera vez, el día anterior, en una playa recóndita y ahora sin saber cómo se encuentra junto a mi desayuno. Un regalo del cielo con explicación.

Tiene una trama casual, o mejor dicho causal, es una piedra cualquiera, pero concreta, es ella y no otra la que escogí con mis manos, -o ¿ fue él?-, de entre todas las demás, quizás simplemente ella me encontró a mí, porque las dos estábamos ahí en ese momento. Y en su superficie pareciera que tiene escrito algo, que esas líneas y sus intersecciones tienen un porqué, una historia, como las líneas de la palma de la mano, hay quien las lee, y quizás no dicen nada, pero lo cierto es que hay algo escrito en ellas, marcas dejadas por el tiempo y por la vida.

Ahora esa piedra está viajando a otros lugares, y es posible que surjan nuevas marcas en su superficie...sería un placer volver a encontrarla, y crear nuevas intersecciones sobre ella.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Fue un momento, ya se había escapado. Por el contrario, una pausa sigue la otra ... Y es una hipérbole, porque los momentos pueden regresar, y el momento cuenta en el corazón de un elefante. Ed ho capito tutto.