Yoshiyuki Iwase (1904-2001)
A diez grados en el mar una siente cierto frío, a diez grados y con una barriga prominente una siente ganas de que su niña nazca. Diez grados no son suficientes para que pierdas las ganas de bajar, porque es una necesidad quizás, porque siente un amor profundo al mar, porque sentir el mar, sentir esos diez grados, forma parte de su vida y también de su ser. Ya no podría vivir sin adentrarse en las profundidades. Y eso le va a enseñar a su pequeña, y ya empieza a saberlo, seguro, porque siendo un feto su niña ya ha bajado todas y cada una de las veces, sin excepción.
El descenso.
Cada amanecer recoge pesadas piedras, que escoge una a una.
Sin más protección que un vestido blanco, unas gafas de buceo y la bolsa llena de piedras comienza el descenso. Sientes una cierta presión en los oídos y en la cabeza, que va en aumento, y oyes a hueco, un sonido a cueva que te envuelve, un silencio que no es silencio. No es tu medio pero lo amas, no quisieras tener branquias, el oxígeno que guardo dentro de mi es suficiente, suficiente por que me hace respetar aún más el mar, por peligroso, por imposible, como el amor que siente por él, inaccesible pero eterno.
Las piedras las recoje con dedicación a primera hora de la mañana. Son vitales para el descenso, sin ellas no podría bajar tan rápido. Cuando deja ir la red llena, siente un tirón en su cuerpo, y ella se deja llevar sumisa hasta el fondo. Notar ese peso es como un dejarse ir.
(enlaces:
http://fernandopaillet.blogspot.com/2009/05/yoshiyuki-iwase-en-basel.html
http://www.iwase-photo.com/ama1.html
http://diveland.es/sirenas/pagina%20amas/index.htm)